San Agustín decía que amar es obedecer y creer al que se ama. En efecto, el verdadero amor conoce esas dos dimensiones: escuchar y tener fe en aquél a quien se escucha. El amor termina por transformar al amante en el amado. Si amamos lo vil, nos convertimos en viles e inseguros. Pero si amamos a través de Dios, nos divinizamos, porque el que se une a él se hace uno solo con él. Es más, el verdadero amor crece con las dificultades; el falso, se apaga. Por experiencia sabemos que, cuando soportamos pruebas difíciles por alguien a quien queremos, no se derrumba el amor, sino que crece. Es como un artista, que se encariña más con la obra que más sudores le cuesta. Kempis dice que "el amor hace ligero todo lo pesado y soporta todo lo difícil; lleva el peso sin fatiga y lo amargo lo vuelve sabroso".
El amor no se resigna ante la imposibilidad, no se intimida ante la dificultad. Pero esta capacidad no brota de disquisiciones. Se alimenta del contacto constante con Dios. Amor de Dios y amor al prójimo son dos hojas de una puerta que sólo pueden abrirse y cerrarse juntas, dice Kierkegaard. Por eso, cuanto mayor sea el contacto con el Padre Dios, tanto más puro será el amor al prójimo, y viceversa. El amor al prójimo es la medida del amor a Dios. La santidad no consiste en saber ni meditar mucho; es un secreto: el secreto de mucho amar.
Vamos hacia Dios, no caminando, sino amando. Y eso se alimenta en el diálogo continuo de un amor encendido. Así como los frutos maduran con el sol, los hombres se nutren del amor. Tagore dice que sólo quien ama entiende de humildad, de renuncia y de dolores. Sólo quien ama besa con cariño, como Dios, las cosas pequeñas, para que la persona amada pueda encumbrarse. Quien ama escucha las palabras de amor que la vida le susurra incesantemente. Sólo quien ama acepta ser como estrellas, que no temen parecer puntos de luz, con tal de alumbrar al viajero en su camino.
El amor no se resigna ante la imposibilidad, no se intimida ante la dificultad. Pero esta capacidad no brota de disquisiciones. Se alimenta del contacto constante con Dios. Amor de Dios y amor al prójimo son dos hojas de una puerta que sólo pueden abrirse y cerrarse juntas, dice Kierkegaard. Por eso, cuanto mayor sea el contacto con el Padre Dios, tanto más puro será el amor al prójimo, y viceversa. El amor al prójimo es la medida del amor a Dios. La santidad no consiste en saber ni meditar mucho; es un secreto: el secreto de mucho amar.
Vamos hacia Dios, no caminando, sino amando. Y eso se alimenta en el diálogo continuo de un amor encendido. Así como los frutos maduran con el sol, los hombres se nutren del amor. Tagore dice que sólo quien ama entiende de humildad, de renuncia y de dolores. Sólo quien ama besa con cariño, como Dios, las cosas pequeñas, para que la persona amada pueda encumbrarse. Quien ama escucha las palabras de amor que la vida le susurra incesantemente. Sólo quien ama acepta ser como estrellas, que no temen parecer puntos de luz, con tal de alumbrar al viajero en su camino.
P.Hugo Tagle.
Artículo hermoso entregado en misa hace varios domingos atrás. Me siento privilegiada que el Flaquito me haya entregado esta gran capacidad de amar, aunque un sufrimiento posterior sea mucho mayor. Amo a mis amigas y amigos, a toda las personas que se preocupan día a día por mí, pero sobretodo a mi familia, no existe nada como el amor de y a la familia, son ellos quienes ayudan a la sanación de las más grandes heridas.
2 comentarios:
Debutando el mundo del blog amiga , asi se empieza lo que yo no me motiva mucho escribir cosas , pero a ti te va bien
Hooolaaa poh Dani! Bienvenida a Bloggerlandia. Vamos a agregarle un enlace entonces en mi blog aun cuando es un poquito rosadito para mi gusto el tuyo jaja, pero da lo mismo, muy bien es bueno escribir.
Oye avisame si se juntan a humedecer el gañote con sordita(Pauly) algun dia.
Chao cuidate
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